sábado, 22 de febrero de 2020

MUERTO EN MONTE LA REINA


MUERTO EN MONTE LA REINA

En matemáticas, los teoremas tienen dos partes: una es la que se acepta por buena (se llama hipótesis) y otra es la que va a ocurrir, a la fuerza, una vez que se cree que ocurre la anterior (esta segunda parte se llama tesis).

Cójase como ejemplo el célebre teorema de Pitágoras. Dice así: cuando se tiene un triángulo rectángulo (hasta aquí, la hipótesis, entonces (de aquí al final va la tesis) la hipotenusa elevada al cuadrado es igual a la suma de los cuadrados de los catetos.

Como se ve, es muy importante la hipótesis, pues según sea ésta, así o asao se llegará a una tesis (a una conclusión) o a otra.

En el campamento de Monte la Reina, hace años, desapareció un soldado, que ahora, hace meses, fue encontrado muerto en sus inmediaciones.

Desde entonces se pueden apreciar dos posturas distintas por parte de la familia y por parte del Poder.

La tesis de los seres que querían al señor Carnero era que algo extraño había ocurrido, mientras que la de las autoridades (responsables) del soldado (puesto que estaba bajo su custodia) es que todo era natural.

Para defender la primera versión, la familia sustentó la hipótesis de que “la desaparición era misteriosa”, mientras que la oficialidad prefería trabajar con la idea de que si se había ido sin dejar rastro (hipótesis) es que se trataba de un desertor (tesis).

Como resulta que el cadáver ha aparecido, la hipótesis y la tesis oficiales han hecho el ridículo, con el agravante de que en la medida en que acusaron (sin pruebas) a una persona del delito (tan feo, por lo que cuentan) de deserción, ahora, visto que aquello fue una difamación, 

Defensa, como institución, debería restituir el honor del muerto, al tiempo que indemnizar a la familia, ya que se atentó contra la fama de su hijo.

Pero lo grave, con la aparición del cadáver allí mismo, está en que mientras a la familia la confirma en su hipótesis de que todo es demasiado oscuro, luego alguien le ha matado (tesis); para el orden establecido la cosa se ha complicado mucho.

Sólo una tesis puede competir contra la de la familia:

-Que el muerto fuera el culpable de su propia muerte. Así, además, no habría ocurrido nada que no fuese algo ya normal en la mili (un suicidio).

Pero para llegar a esa tesis, la de “no ha pasado nada que no sea normal”, hay que partir de la hipótesis del suicidio... y aquí empieza el mosqueo.

Se explica: de dos pruebas aplicadas se ha filtrado información de ambas.

Hasta ahí, normal; pero lo que es digno de estudio es que se hayan “filtrado hipótesis”, por la sencilla razón de que las hipótesis no son hechos, son elucubraciones, castillos en el aire.

Véase: de la autopsia se deduce que el muerto recibió un tiro en la boca.

Bien, pero ¿por qué se dice que eso confirma la hipótesis del suicidio? ¿Por mala idea?

Porque un balazo en la boca, puestos a confirmar, sólo confirma que recibió un balazo en ella. ¿Quién se lo dio? ¡Ah! No se sabe.

Pues eso, ¡no se sabe!, ni siquiera se sabe si lo hizo el pobre muchacho.

La otra prueba: se confirma que el fusil (Cetme) fue disparado, con el dispositivo en posición de ráfaga y que sólo salió una bala.

Bien, pero, ¿por qué se dice que eso confirma la hipótesis del suicidio, argumentando que tras disparar una vez, al estar herido, ya no te quedan fuerzas para seguir haciéndolo?

Ese razonamiento, pudiendo ser verdad, puede ser mentira.

No sería más fácil creer que “alguien”, al que se le fue la mano y mató al chico de una paliza, haya querido simular un suicidio y le ha metido un disparo en la boca, y solo uno, porque no se podía hacer demasiado ruido en esa noche terrible (naturalmente disparar un sólo tiro en posición de ráfaga solo podía hacerlo un experto).

Ven como puestos a hacer hipótesis basta un poco de imaginación.

¿Cuál es la cierta y la falsa? No se sabe claro.

Pues entonces, respétese la investigación de los expertos y si algo se filtra a la Prensa que sean hechos y no fantasías, que encima pueden resultar, para mucha gente, crueles.


FRANCISCO MOLINA. El Correo de Zamora. Finales de los 80 del siglo XX. Imperecedero

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