VERANO CULTURAL
Cuando los camaradas de los países del Este reprimían las "sucias cosas del sucio sexo" (en las aduanas requisaban el "Play-Boy"), pensé que "algo no funcionaba por allí”.
Pero como nadie ve la las cosas así, pues consideré que estaría equivocado "por culpa de mis degeneraciones".
Cuando los Sindicatos de Enseñanza (todos) dicen que "El sistema debe evaluar --enjuiciar— al profesorado", pienso que están equivocados, que no es función de ellos pedir eso; porque lo ecológico es que el gato diga miau-miau-miau y el perro guau-guau-guau, ya que lo contrario no es natural, y claro si el gato dice guau-guau-guau no puede pretender que le entiendan los otros gatos (¿me entienden ¡no!?).
Que padres, alumnos y sociedad quieran que se vigile a los profesores es correcto, pero que los sindicatos que los defienden pidan lo mismo, es contranatura.
Pero ante esos pensamientos míos me digo: "compa", si conspicuos sindicalistas, que incluso han renunciado a la vocación encerrándose en un despacho dicen lo contrario, ellos que se han sacrificado tanto, tendrán razón y lo mas fácil es que tú (yo) estés equivocado.
Problema similar a los anteriores me ocurrió (estaba aletargado, el problema) con los veranos culturales.
Lo del verano ¡cultural! siempre me pareció una cursilada del socialismo (el socialismo, una vez que enterró sus planteamientos radicales —comienzo de siglo— quedó reducido a una retórica cursi).
Aclaro en seguida que lo que me pareció cursi era la denominación de “verano cultural”, no lo que se daba dentro de ese envoltorio.
Me pareció cursi lo de "cultural" porque en realidad se trataba, simplemente de "poner atracciones gratis" en verano para que la ciudad no se convirtiera en un muermo, y no entendía qué pintaba el término "cultural" en el invento.
Porque en realidad cultural-cultural, en sentido estricto, a estas alturas lo es todo:
hasta la "postura del misionero" en cuanto a coitos, que culturalmente desplazó a la de "a cuatro patas y desde atrás" (con lo cual se nos olvidó que pintaba el clítoris en todo esto).
Si cultural-cultural es todo (en todo ha metido mano la mente del hombre), no podía ser esa la aceptación del término aplicada al verano cultural.
Quedaba pues la posibilidad que se empleara la palabra cultural en el sentido que la utiliza el pueblo llano, como sinónimo de "aburrido pero necesario" (recuérdese qué bien aplican el término en las semanas "culturales" de los pueblos: tres conferencias, una exposición de macramé y una justa poética).
Pero enseguida caí en la cuenta de que tampoco era así, pues ponían en los barrios películas de los hermanos Marx.
En definitiva el adjetivo cultural no se utilizaba ni en sentido estricto, ni en sentido popular, o sea lo dicho, era un "cultural" sin sentido.
Pero como en los casos de los camaradas y los sindicatos, preferí "morderme la lengua", no fuese a poner en peligro (en el caso del verano cultural) la revolución socialista, que además en esas fechas había conseguido que los matrimonios puedan hacer la declaración a Hacienda conjunta o separada, según les interese; medida como se ve de gran justicia social, porque aunque aparentemente beneficia a parejas en que trabajan ambos (o ella es rica), en el fondo propicia la creación de empleo por la gran contratación de empleadas de hogar que genera.
Y en estas estaba, contento con haber acertado con lo de los camaradas (eso de tener razón, a los que usamos gafas, nos da mucha satisfacción), expectante por si habré acertado con lo de los sindicatos que hacen miau y guau (con lo que no sabes si son de gatos o de perros), y despreocupado (estaba) con lo del verano-cultural (cosas más cursis se han visto), cuando... de repente..
Hete aquí que me tope de bruces y narices con el verdadero, único y genuino "verano cultural".
Resulta que no se sabe por qué, en la piscina municipal han decidido que los vestuarios de señoras sean utilizados por los caballeros y viceversa (el viceversa es para que no se produzcan mezclas indeseadas —por culpa de la cultura—).
Y ese cambio, vive Dios, ha sido como un fogonazo de luz radiante.
Resulta que los vestuarios de las chicas están llenos de "frases, mensajes, gritos", en resumen, de vida.
Mientras que los de los hombres (o chicos) están llenos de nada, de vacío, de sosería, de vida apagada.
(En un caso las paredes están escritas y en otro, no).
Del vestuario de las chicas (más bien del "desnudario", por como abren su represión para dejar salir su instinto) va ahí ese botón que sirve de muestra: "Vale más plástico en pene, que nueve meses y un nene".
No se ponen otros ejemplos, porque otras cuestiones, aun teniendo la misma o más gracia, rompen el decoro de las páginas que nos cobijan.
Lo que hay que retener es que: es tal la diferencia de ingenio, espontaneidad, vitalidad, libertad y ganas de vivir que se traduce de la comparación de vestuarios, que si eso lo unimos a los mejores resultados en estudios, trabajos y acciones que las estadísticas están atribuyendo a las mujeres, hay que convenir en que, por un lado: "algo se está abriendo paso", y por otro, que se hace mas real la frase de Agustín García Calvo sacada de su libro "Contra la pareja":
“La verdad es que, pensando en la pre-Historia algo de amenazante debía de haber para el Señor (el Poder) en el consentimiento de que las hembras anduviesen libres; hasta el punto de que bien puede calcularse que, si las hembras hubieran seguido andando libres, la Historia no habría ni siquiera comenzado.
La Historia que conocemos, (se entiende) que es como es y ha sido; por culpa de la "cultura" (que es como es y ha sido).
FRANCISCO MOLINA (*) (*) Diputado provincial de IU. 19 de Agosto de 1996