sábado, 15 de febrero de 2020

LA BANDERA HORTERA DE ZAMORA


LA BANDERA HORTERA DE ZAMORA

Zamora, como las mujeres hermosas, es de edad indefinida.

Lo que no está nada indefinida es la génesis de la bandera zamorana.

Como se sabe consta de nueve bandas, ocho rojas y una verde.

Para las personas de memoria frágil sírvales de regla nemotécnica que la bandera de la ciudad procede de un buen parto histórico y los partos que han ido bien son de nueve meses, como nueve son las franjas.

El primer espermatozoide lo puso Viriato, más de cien años antes de Cristo.

Como los romanos estaban por aquí en plan imperio (después lo hicieron los árabes, los franceses y ahora los 'yankees') debieron cometer algún desmán (o simplemente que siempre hay gente con la perra o manía, de ser independiente y que les dejen vivir en paz) el caso es que al “pastor lusitano” se le hinchan las narices y se convierte en guerrero contra el emperador de Roma.

En una de las batallas que gana, el cónsul romano, muy protocolario él, le ofrece a Viriato, como señal de rendición, la ancha cinta roja que colocada a modo de banda en su atuendo le identifica como máximo representante del poder en esa zona.

El “terror romanorum” que debía ser más tosco que sus rivales, toma la franja y la ata al extremo superior de su lanza.

De esta guisa ataca a otro cónsul,  también le gana y por lo mismo el derrotado le entrega la enseña imperial.

Ya van dos franjas en la lanza, y al aparecer con esa identificación entre las tierras y rocas de Sayago, las gentes reconocen el emblema de los guerrilleros.

Siguen seis importantes victorias más y seis cónsules nuevos que tienen que entregar su símbolo de mando.

Se genera así la Seña Bermeja (Seña: enseña, señal, bandera. Bermeja: roja).

Durante quince siglos Zamora es reconocida entre otros Pueblos por su espectacular bandera roja, y en muchas contiendas, tras el sorprendente mástil en el que ondean ocho cintas rojas, las gentes saben qué tipo de hombres y mujeres hay detrás.

Mil quinientos años después, los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, que habían tenido que resolver  “guerras de sucesión” compitiendo con otros aspirantes al trono o parte del reino, resuelven todos esos asuntos venciendo en la batalla de Toro.

Agradecido el rey y enterado de como se había gestado la sorprendente  bandera roja, tuvo la gentileza de regalar la banda verde que labrada por Isabel había llevado durante la batalla en la que los de Zamora tuvieron decisiva importancia.

La nueva franja, a petición real, se uniría a “las ocho victorias de Viriato”.

Así surge en 1476 la bandera de nueve bandas, tan especial y, sobre todo, tan distinta a las demás.

Pero desde hace unos años, a las franjas rojas y la verde, que simbolizan victorias, se une un extraño color blanco que no re-presenta otra cosa que una estúpida y gran derrota.

Resulta que es muy frecuente que las instituciones de una ciudad se coman el coco (y gasten dinero) para conseguir que el nombre de la villa suene en todas partes, para que se haga famosa, conocida y que despierte interés y curiosidad.

Se hace propaganda para sonar más y que se hable más de ti.

Resulta también que en Zamora existe una bandera tan especial y diferente que por si sola genera simpatía, intriga, misterio (incluso entre gentes próximas, come así se corroboró el día de Villalar), acrecentada por su propia historia.

¿Existe mejor clarín para anunciar esta tierra?

Pues bien, es lamentable que las instituciones de Zamora no respeten ni su propia bandera y permitan que un símbolo nacido de bravas victorias se ponga de rodillas (se “rinda bandera”) ante el ejército de la vagancia, de la desidia, de la comodidad, del absurdo.

Porque, ¿a santo de qué y en nombre de quienes aparece el colorcito blanco entre las franjas?

 ¿Porque si no es una bandera incómoda de llevar? Vagos.

¿Porque si no es imposible colocarle el escudo? Póngase coronando el mástil.

¿Porque sería difícil llevarla en los coches oficiales? Bobadas.

¿Porque en las tiendas no la venden sueltas? Absurdo y de vergüenza.

Que se recupere la única bandera de Zamora. Se honraría así el pasado y la verdad (la otra no lo es).

Se hará más conocida la ciudad, se pregonará mejor que por estos pagos hay cosas interesantes.

Que se arríen las actuales banderas horteras de Zamora.

Y valga la blasfemia de hortera, pues solo eso es el que aparezca un color, en una enseña, basado solo en la vulgar comodidad de no se sabe quién.


FRANCISCO MOLINA. Publicado en El Correo de Zamora el 11 de Mayo de 1990


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