SOY UN SER SUPERIOR
De esto que les hablo me di cuenta por casualidad.
Y lo cuento por cuanto siendo un ciudadano zamorano, tal vez el asunto pueda servir para promocionar la Tierra e incluso para aumentar la autoestima de Zamora, cuestión esta que debe ser importante pues tanto la presidenta de la Diputación como el Alcalde de la capital afirmaron, con motivo de "Las Edades del Hombre", que nos había venido muy bien el evento, porque ese éxito había contribuido a aumentar la autoestima de los zamoranos.
Bueno, pues yo (y no me gusta hablar de mi) tengo en estos días la autoestima echando chiribitas de contenta, plena y repleta.
Y sin más les cuento el por qué están ustedes ante un ser superior y de gran inteligencia.
(Y digo grande, por modestia, que a fuer de sincero debía decir, insuperable).
El caer de la burra surgió como por encanto, aunque ahí hay que decir en honor a la verdad que tal vez, en el descubrimiento, ha contribuido en gran medida la amplia cultura que se me transmitió en mi tierna infancia y otros periodos de mi desigual desarrollo (desigual porque no siempre ha sido sostenido y menos sostenible).
Paseaba por los incomparables rincones de nuestro románico y, tal vez por provocar, me puse a comparar.
Y me acorde de los animales: Cualquiera vale para el discurso, pero cojamos por ejemplo el puerco espín (y no es que yo no sea una persona limpia y cariñosa).
¿Qué hace un puerco espín si tiene hambre y tiene comida?
En efecto, come.
Sin embargo yo, si tengo hambre y tengo comida puedo no comer.
¿Por qué?
Sencillo, menda es un ser libre y el puerco espin no lo es.
Pasemos al “lobo culebrensis” (“lupus fastidiatos”, que dicen los ganaderos).
Imaginémoslo en celo. Tiene ganas y tiene una loba (ay, quien tuviera una loba).
¿Qué hace?
Auuuu, y se la beneficia (¿Por qué se dirá así?).
Sin embargo yo no. Yo puedo estar que subo por las paredes, encontrarme con una hembra receptiva, y dejar pasar la ocasión.
¿A santo de qué?
Elemental querido/a lectora, porque soy alguien libre y el lobo no lo es.
Los animales dependen de sus instintos y lo que es yo, ni por asomo.
Gracias a eso gozo (no se cómo, pero gozo) de una gran libertad.
Y digo gran libertad porque es que puedo pasarme sin hacer cosas que hacen los animales.
Si yo soy libre y ellos no lo son, resulta evidente que soy superior a ellos.
Soy un ser superior, lo que les digo.
O dicho mejor, los animales son seres inferiores porque, ¿Dónde está la gracia, de tener sed y bebida, y beber?, ¿Dónde la gracia de tener ganas, posibilidades y hacerlo?, ¿Dónde la de trabajar solo para la comida del día y eso si tienes hambre, cuando puedes elegir trabajar libremente para comer hoy, para que coma el patrón mañana y para pagarte un fondo de pensiones que presuntamente vas a cobrar en el futuro?
Ellos no son libres. Yo si soy libre.
Porque, ¿qué es la libertad?
La libertad es ante todo poder elegir.
Es decir, la facultad humana que permite optar entre una o más cosas (o personas) por una sola.
Aunque no es éste el único rasgo que define a la libertad.
Falta otra característica que permite distinguirla del libertinaje.
Se trata de que la libertad es aquello por lo cual entre una cosa buena y una mala, podemos elegir la mala y presumir por ello.
Y si elegimos la peor, mejor.
Si, claro. Porque si tengo sed y bebida, y bebo, seré libre, no te digo yo que no. Pero seré como un vulgar animal.
Pero si por el contrario elijo, entre lo bueno y lo malo, lo malo, ahí tío he demostrado que se distinguir entre libertad y libertinaje y más.
Ahora bien, y ¿es lo mismo ser libre que ser inteligente?
Quiá. Eso sería muy fácil.
Ser libre es una cosa, ser inteligente otra.
¿,Cual es el síntoma principal de la inteligencia? Pues elegir siempre lo peor, para no ser un animal.
Dicho así parece de risa, pero no lo es.
De hecho elegir lo peor tiene muy buena prensa. Lo llaman sacrificarse.
Sacrificarse es lo mejor del mundo. Que inteligente soy.
Como tú de listo/a.
Paco Molina
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