domingo, 22 de marzo de 2020

AL MINISTRO DE EDUCACIÓN


AL  MINISTRO  DE  EDUCACIÓN

Sr. Director:

Le agradecería la publicación del escrito que le envío, por cuanto puede ser útil para clarificar una situación lamentable.

El conflicto de la enseñanza ha sido y es lo suficientemente serio como para que el Gobierno, en pleno, lo haya tenido que estudiar (es de suponer).

En determinado momento la oferta del Ministerio resulta atractiva para los representantes sindicales de cuatro grupos de los cinco que negociaban.

Como consecuencia de ello y antes de firmar, el Ministerio y los sindicatos que avalan ese acuerdo, deciden consultar al profesorado.

Éste da una respuesta negativa, no gusta el preacuerdo.

Nos explican las centrales sindicales que ya se entienden con el Ministerio, que hay que volver a votar porque el documento que ellos habían mandado era incompleto.

Los profesores, conscientes de que se les ha tomado el pelo, pero más conscientes aún de que hay que “hacerse el tonto” para resolver el conflicto aceptan el nuevo referendum.

Estando así las cosas, el señor ministro no solo pretende que nos hagamos los tontos, sino que quiere que ejerzamos de tales, y nos dice, traducido al castellano, “que si no votamos lo que él quiere, no nos da nada”.

Se trata de una amenaza antidemocrática y antipedagógica.

Naturalmente, si la pregunta que nos hagan por escrito, aún hoy desconocida, es “¿que prefieres, esto o nada?”, se puede ahorrar el referendum, pues aunque se nos trate como tales  no somos memos.

Pero debemos suponer que estamos en una sociedad civilizada, donde se confía y respeta la democracia, y que por tanto, le guste o no al Ministerio, tendrá que aceptar que esta consulta se hace para que se pueda saber si la mayoría del profesorado encuentra suficiente el actual acuerdo escrito (lo no escrito pueden ser bulos que se los lleve el viento). Así de sencillo.

Para un elevado número de profesores, no es suficiente lo que de momento da el Ministerio, porque, por ejemplo, las fechas en las que se completaría parte de la homologación son muy lejanas, cuestión que no tiene razón de ser, pues una vez que el señor ministro dijo en TVE que en efecto los profesores no eran tratados como la media de los funcionarios de similar categoría, luego añadió que para este año no tenía dinero.

Bueno, pues ya lo tiene, porque en estos momentos la media de lo que nos descontarán por huelga está en torno a las 70.000 pesetas a cada uno.

Pero para decir no, hay otra razón de peso: para completar el proceso de equiparación con el funcionario medio - de - similar - categoría se ha creado una comisión técnica; pues bien, los que no vemos que el preacuerdo sea suficiente para aproximarse (hemos cedido) a lo inicialmente pedido, consideramos que esta comisión tiene que fijar antes los criterios que seguirá; también debe hacer un reparto lineal de la cantidad global que calcule; además debe de indicar que se constituye para completar el proceso de homologación, lo cual para nosotros es trascendente ya que no hemos ido a esta huelga dejando a los chicos sin clase para ganar más que otros; fuimos a ella y estamos en ella para no ganar menos que otros.

Y por último, lo más importante, los que vamos a votar NO, queremos que la resolución de esa comisión sea vinculante; es decir, que lo que ella diga vaya a misa, porque solo de esa manera, aceptando por ambas partes su dictamen, se puede resolver el conflicto, pues, de lo contrario, puede ocurrir que una de las partes no acepte el veredicto de la comisión y esto se convierta en el cuento de nunca acabar.

Pedimos pues que esa comisión haga de árbitro en el conflicto.

Esto, unido a otros puntos del preacuerdo, lo hacen para algunos rechazable, pero es importante que se vea lo poco que nos separa del Ministerio, si es que este obra de buena fe; lo que ocurre es que ante promesas no escritas y propuestas ambiguas, es legítimo desconfiar.

Y así vemos que el señor ministro, en vez de aceptar dar garantías y ceder un poco, se limita a amenazar (son lentejas, si las quieres las tomas y si no las dejas) y ahí se equivoca, porque si gana el NO (a pesar de sus amenazas) solo tiene una alternativa: ceder  ante las cinco centrales y la mayoría del profesorado o dimitir, y como no parece que le apetezca lo segundo, que ceda ya, se acaba el conflicto, se ve cómo recuperar el tiempo perdido y todos tan contentos.


Francisco Molina. El Correo de Zamora. 1988


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