FERNANDO CASASECA BENEITEZ
Fernando Casaseca llegó a la panda ( a la pandilla, Zamora años 50) junto con Antolín, y ahora, en este mismo año 2015, Antolín y Fernando se nos han ido, se nos han escapado.
Provenían los dos del mundo del Corazón de María y del atletismo, cuestiones ambas, que en el caso de Fernando, fueron determinantes para su vida.
Fernando era un corazón tierno dentro de una coraza protectora.
Coraza y corazón eran en Fernando un perfecto resumen de su entrañable manera de ser. Un dulce contraste.
Su vocación amorosa habla de su ilimitada ternura, desde los 18 años enamorado, y dependiendo del amor, por su encantadora esposa, y nuestra admirable amiga, Mary Carmen Calderón, que entonces tenía 15.
Su vocación profesional, marino de guerra, habló de su necesidad de una coraza: coraza de hierro y acero del acorazado, coraza de elegancia y porte de su uniforme de oficial.
Fernando Casaseca, a nosotros, sus amigos y amigas, nos regaló su ternura, su trato exquisito, su afecto sincero, porque su coraza, conociéndole, sólo era corazón.
Mary Carmen, con una fuerza y valor impensable para quienes la conocimos casi niña, adolescente incipiente, mostró el día de la muerte de su compañero, nuestro amigo, la grandeza de esta pareja.
Cuando vio que su hombre, Fernando, perdía el aire, luchó por él, por ella, por su hijo, por todo, intentándole hacer un boca a boca, que le pasara su propia alma a su gran amor, su inmenso cariño a quien era su vida, su fuerza de mujer hecha y derecha a su oficial y caballero.
Fue, en definitiva, un beso de amor. De amor desesperado, como los mejores amores.
El último beso, el último, y tal vez igual al primero, en emoción trascendental, cuando el tiempo de todos nosotros era otro.
La autopsia contó y cantó que Fernando tenía el corazón destrozado.
La ternura, la dulzura, el sentimiento de Fernando, tan noble, llegó a un punto en que fue incompatible con su coraza.
Qué suerte tuvimos los que bien le conocimos, de disfrutar de esa gran persona, magnífico amigo, fenomenal padre y marido enamorado, que no podía ocultar su gran valía tras ninguna coraza, ni uniforme.
Que lo mismo que él enriqueció nuestras vidas con su buen trato, que nosotros hayamos sido capaces de haber hecho la suya mejor cuando fue posible.
Fernando Casaseca, en el combate de la vida ¡venciste!, como así acreditan las condecoraciones que merecen la pena y tú portas las de: tu familia, tu hijo, tu mujer, Mary Carmen Calderón, y si nos dejas, nosotros, la pandilla, amigas y amigos de siempre, y ya, para siempre.
Paco Molina. Zamora. Año 2015
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