martes, 11 de febrero de 2020

3-R


                                                           3-R

Al final puede que los males de Zamora provengan de que, incluso antes de inventarse la democracia, ya se hacían aquí las cosas mal, hasta desde el obispado. Véase

            Vivía el Generalísimo y la censura imperaba por doquier. Dentro de esa línea la Iglesia Católica emitía por cada película que se estrenaba una especie de crítica  que plasmaba en una cartulina muy pedagógica. En ella, además de los datos técnicos del film y una sinopsis, te clasificaban éste según tuviera defectos de forma o fondo, bien entendido que el término “defecto”se refería  a “aspectos negativos”. 

Entonces, según esa ley las películas  se clasificaban con números: 

El 1 era especial para niños, el 2 tolerada, 3 para mayores, 3R para mayores con reparos, y 4 sinónimo de gravemente peligrosa.

            En las de calificación 4 lo que se ventilaba era algún suicidio o situación familiar vidriosa. Era lo que  llamaban defectos de fondo. 

Sin embargo las 3R eran las buenas, o sea las “malas”, porque así eran bautizadas las que unían a los defectos de fondo, los defectos de forma, o sea los escotes, que de ahí no se pasaba. 

Eso sí, todo esto dentro de un orden de cosas que para quienes no las vivieran puede servir de pista lo siguiente. Conéctese usted, sea la hora que sea al canal de TV que prefiera. 

Bueno pues seguro que se encontrará algo que en su día estaría catalogado como 3R.
            Este sistema  utilizado a favor o en contra funcionaba así.. 

Bastaba con ir a una iglesia, y allí en la entrada estaban todas estas “críticas morales” sobre las películas que se estaban poniendo en la ciudad. O al menos así debería ser. 

Por lo menos en Lugo lo hacían, y además muy bien. Cuando se iba a estrenar una pelí, el día anterior, te ibas a cualquier templo y te hacían un gran favor (o para salvarte o para   lo contrario, pero te lo hacían). 

Sin embargo, en Zamora eso no tiraba para adelante ni a la de tres. 

O porque no ponían esas fichitas en todas las parroquias, o porque ponían la fichita cuando ya no ponían la película, o más desesperante, porque conservaban puestas las fichitas de cuando se inventó el cine y no las renovaban. Un desastre.

Recordé todo esto porque en estas fechas se han puesto de moda tres hombres, "mayores y con reparos", cuyo nombre empieza por “R”, o sea 3R. Roco, Rasputín y Rouco.

            Roco, es Roco Sifredi. Superdotado de un ente ferial por encima de la media se dedicó a soterrarlo a diestro y siniestro en el  llamado cine porno, y no sólo ha alcanzado un gran prestigio internacional sino que hoy es el orgullo de Italia,  tras explotar ese importante yacimiento de empleo en el que cuanto más yaces más empleo. 

Dice que abandona la cama pero que seguirá detrás de la cámara. 

Sospecho que es porque vienen sacudiendo fuerte verdaderos galácticos como Nacho Vidal ,compatriota nuestro que como su apellido indica es puro hierro. Viva España.

            Rasputín siempre se nos vendió como personaje de gran  potencia mental. Y ahora acaba de ver la luz toda su potencia mental, pues al parecer era tan sorprendente que ya en la época alguien tuvo la  feliz idea de meter esa potencia mental en formol. 

Si han visto la foto del tarro les habrá venido a la boca eso de “toma del frasco Carrasco” y el “Dios salve a la zarina”, a la que decían hipnotizaba. ¿Y a quien no?. 

También es noticia este místico porque una expedición del gobierno Balear se metió, aprovechando un viaje oficial, en un club de nombre “Rasputín” que resultó serlo en aumentativo. Y allí pagaron con el dinero de la plebe. Para que luego nos quejemos en Zamora por un vodka de nada de la Europeade..


            Y por último Rouco, el cardenal este que casó a los príncipes.  No, claro que no tiene nada que ver con los anteriores (que se sepa). Pero sí viene al pelo como contraste. No deja de ser un estímulo que siga habiendo quien nos pueda recomendar a la Virgen de Fátima para conseguir el Puerto Seco y  a la de Lourdes para que acaben  las obras del Virgen de la Concha. 

Porque en Zamora ya sólo nos salva un milagro.

FRANCISCO MOLINA. La Opinión de Zamora. Año 2004


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